194- Niños y perros en el restaurante

En ésta nueva entrega de Bitácora Mental comento lo ocurrido con unos niños a la hora de pagar, en un restaurante de EEUU (información leída en un periódico). Y viendo en redes sociales otra situación diferente, (pero también del sector restauración), aprovecho para trasladarle un par de preguntas a “Jose el camarero”, del podcast “Frente al cliente”, sobre cómo se pueden tratar -a nivel profesional-, éstos asuntos. Te invito entonces a seguir leyendo, o escuchar.

La verdad es que tengo que confesar que desde que publiqué el episodio anterior -y de eso hace justo un mes-, fueron varias las veces que tuve la intención de grabar algo, pero a pesar de que eran temas diferentes en cada ocasión, terminaba por desechar la idea, con la sensación de que no tenía sentido, y que como están las cosas ahora mismo, es mas inteligente escuchar o leer, que opinar.

Y lo digo porque como es de público conocimiento, de un tiempo a ésta parte venimos con una vorágine de acontecimientos de todo tipo, tanto a nivel local como internacional, que tienen al personal verdaderamente encendido. Y por mas que uno se exprese en redes sociales con mesura y educación, ahora mismo posicionarse frente a algo, además de ser un verdadero deporte de riesgo, actúa como disparador de innumerables interacciones, que en muchos casos resultan indeseables, y no aportan nada positivo. Por eso mismo, y dentro de las cosas buenas que trae el cumplir años y llegar a cierta edad, uno es capaz de analizar que tiene para ganar y que para perder, antes de soltar una opinión, oral o escrita. Y en base a eso, es que como se dice habitualmente, “he reculado” en muchas ocasiones, participando menos en redes sociales, y como decía al principio, saltándome alguna semana en cuanto al a publicación del podcast.

Y el último intento fallido fue éste mismo fin de semana, en el que me había preparado un texto para dar mi posición acerca del cambio horario, y un sinfín de aspectos muy importantes que se ven afectados por adelantar y atrasar relojes a lo largo del año, sin olvidar también lo referente al huso horario en el que nos encontramos voluntariamente, desde hace algo mas de 80 años. Pero como decía antes, una vez mas y leyendo lo que me había escrito para dar ejemplos que aparte de aclarar mi posición, demostraran con cierta lógica el porqué de la misma, llegué otra vez a la conclusión de que… ¿pa´ qué? Si la gente ya no quiere que le expliquen nada. Cada uno tiene sus gustos, opiniones, pensamientos, hace las cosas como quiere, y no le interesa que le cambien nada, incluso aunque le resultara un beneficio. Hemos llegado a un punto de convencimiento tal, que todo lo que sea diferente o contrario a lo que uno piensa, se asume que no puede ser bueno, y además quien sostenga esa posición, es automáticamente el enemigo.

Así que haciendo borrón y cuenta nueva por enésima vez, llegamos a éste audio de hoy, motivado por un artículo que leí ayer en un periódico, y a partir del cual me surgieron un par de preguntas para alguien concreto. La cuestión es que podría haberle enviado un audio, pero como siempre termino extendiéndome y yéndome por las ramas, pensé que sería mejor plantearlo desde aquí, aprovechando que hacía tiempo que no grababa, así que en eso estoy.

Bien… la pregunta surge a partir de un artículo, en el que se comenta que existe un restaurante en Georgia, EEUU, que en su menú incluye un texto en el que se informa a los clientes que acuden con niños, de que si éstos no se comportan adecuadamente dentro de las instalaciones del restaurante, se les aplicará un recargo en el servicio, equivalente a unos 50 €. Y si bien se desprende del texto que es algo que no se suele aplicar, el dueño afirma de que al menos una vez tuvo que hacerlo, porque había unos niños que se habían pasado todo el tiempo corriendo por el local.

Y resulta que el sábado terminé de escuchar el último episodio publicado por Jose el camarero, en su podcast “Frente al cliente”, en el que el tema principal no eran los niños, pero recuerdo que junto con sus dos invitados, en un momento se habló de que algún restaurante hacía uso de un “truco”, mediante el cual ponían material para adultos en el local, con lo que podían demostrar que no era un sitio adecuado para menores. De esa forma, evitaban un poco esa antipatía que como establecimiento se puede despertar, cuando el derecho de admisión se lleva en ese sentido.

Es por esto entonces, que desde aquí te envío un saludo Jose, y aprovecho para preguntarte directamente ¿sabes si en España es legal y existe algún antecedente de éste tipo, de cobrar un recargo por “mal comportamiento”?

Todos te hemos escuchado y sabemos que dejándolo claro en la lista de precios, es posible cobrar un recargo por atención en terraza, o quizá algún otro tipo de situación, o suplemento que pueda pedir un cliente, pero cobrar algo respecto a una situación de éste tipo me parece bastante complicado, porque… ¿Quién decide si unos niños molestan o no molestan? Intento imaginar esa situación en un restaurante de mi barrio, y creo que los padres afectados montarían la de Dios, diciendo que o no es para tanto, o directamente que quieren la hoja de reclamaciones porque los están estafando.

Pero el tema es sin duda interesante, porque estaba pensando lo que se mencionaba en tu último episodio, en el que el tema principal era como afectaba la ley animal al ingreso de mascotas en los restaurantes. Y recuerdo los escenarios que manejabas en cuanto al comportamiento por ejemplo de diferentes tamaños y razas de perros, e incluso la posibilidad de que alguno hiciera sus necesidades dentro del establecimiento, y quién debería limpiarlas. También el hecho de que pudieran atacar a algún otro comensal niño o mayor por algún motivo, o que simplemente otro clientes se sintiera incómodo, tuviera alergias o directamente alguna fobia. En resumen, que se abren una serie de incógnitas de como se afrontan esas cosas, y que papel juegan los nuevos seguros para mascotas. Pero volviendo a lo de hacer sus necesidades ¿te imaginas cargar a la cuenta de una mesa 20 € por “mal comportamiento del perro por ladrar sin parar”, o directamente “cargo por servicio de limpieza de heces”.

Puede sonar a chiste, y a la vez dar impresión de que estoy planteando algo de esto, porque no me gustan los animales, o incluso alguien que no haya escuchado tu episodio, podría pensar lo mismo sobre ti y tus invitados. Pero no es mi caso ni el tuyo, como ha quedado claro en tu audio, afirmando el gusto por los animales, y eso incluye el hablar de situaciones posibles como las que describías, o la hipotética que menciono yo.

Por tanto, sin prisa, si en algún momento tienes espacio en tu podcast, me encantaría si pudieras comentar lo que te decía, de si en España conoces, o es legal cobrar un dinero por situaciones especiales, y que se dejen perfectamente claras en la lista de precios de un establecimiento, tipo bar o restaurante. Pero antes de cerrar éste episodio, se me acaba de ocurrir algo mas, y aprovecho para soltártelo también aquí.

Mas de una vez te hemos escuchado hablar de las largas jornadas que se le imponen a muchas personas que trabajan en restauración, y es algo con lo que nos encontramos casi a diario, por ejemplo en redes sociales. Siempre hay alguien que publica una oferta de trabajo que consisten en 10 o 12 horas diarias, cobrando 8 y ya ni hablamos de que quizá se cotiza por aun menos. Y el tema también tiene otra arista, que es el hecho de que muchos clientes suelen acudir muy tarde, por ejemplo a cenar, y eso también se ha visto reflejado en cantidad de ocasiones en redes sociales. Recuerdo ahora mismo una de hace un tiempo en el que una chica aparecía llorando, mientras comentaba que la cocina del sitio en el que trabajaba, cerraba 23:30 h., y en ese momento se le había presentado un grupo como de 20 personas, pretendiendo cenar. Es decir que entre sentarse, pedir las bebidas y ver que querría cada uno de los comensales, estaba claro que esa jornada sería muy larga. Y decía que ese tipo de conductas le destrozaban la vida, porque tenían que quedarse todos horas que no cobraban para dejar todo limpio y listo para el nuevo día por la mañana, y que llegaba a su casa de madrugada. Obviamente se quejaba de que era una trabajadora, pero no una esclava, que tenía vida, que tenía familia, y sus derechos a una conciliación laboral.

Obviamente esto no es un hecho puntual, en mayor o menor medida todos lo hemos visto, o incluso provocado en algún momento, así que sin duda es probable que sobre todo los fines de semana, haya decenas de miles de trabajadores que terminan llegando de madrugada a su casa, trabajado horas gratis, cuando deberían haberle dedicado ese tiempo a sus familias, o a lo que quisieran hacer con su tiempo, porque en definitiva es lo mas preciado que tenemos.

Y relacionándolo con lo anterior Jose, te quería preguntar, de la misma forma que hay servicios que tienen un precio diferencial en la noche, y se me ocurre por ejemplo el taxi después de las 22 hs. ¿Seria posible aplicarlo a la restauración? La verdad desconozco si en algún sitio de España existe esto, sobre todo porque yo soy de ir muy temprano cuando como fuera de casa. Pero lo digo desde el punto de vista de una posibilidad de incentivar a la gente, para que adelantara un poco sus horarios a la hora de consumir, y colaborar también de esa forma con la gente que trabaja en hostelería y que terminara su jornada antes. Sería un buen paso adelante que acabáramos con esas 10 o 12 horas diarias, pero en el caso de que fuera inevitable, que quienes prestaran ese servicio, tuvieran un plus.

Sé que esto puede sonar muy antipático, pero si un cerrajero cierra su comercio a las 22 h., y tu lo llamas a las 22:30 h., puede que te atienda, pero nadie cuestiona que te cobre mas caro. Entonces ¿porqué pretendemos que las cocinas se cierren cuando ya no haya clientes en el establecimiento, y no puedan cerrar a la hora que les corresponde? Lo razonable y como ocurre con otras cosas, sería asumir que se se llega en horario límite, que le atiendan si así lo deciden en el restaurante, pero que tenga que pagar la tarifa “nocturna”.

En fin, que ya sé que es un asunto muy polémico, pero todo se rige por el uso y costumbre. Y si cenar a partir de determinada hora costara por ejemplo un 20% mas, y no me voy a meter con festivos como Navidad, día del padre, madre, y tantos etcétera porque seguro me quedo sin oyentes, igual es un cambio progresivo que terminaría beneficiando a muchos, incluso al comensal. Porque no es ningún secreto que cenar copiosamente a ciertas horas e irse a la cama, -como muchos suelen hacer-, no es nada bueno para la salud. Como tampoco ser casi un turista en casa, y ver a tus hijos cada “muerte de obispo”, por el solo hecho de tener que trabajar en hostelería, conocido como del sector servicios, pero que algunos confunden con esclavitud, tanto desde la parte del empleador, como la del cliente, quizá por aquel mito de que “el cliente siempre tiene la razón”.

Gracias por leer o escuchar ésta entrega de Bitácora Mental (en especial a “José el camarero” del podcast “Frente el cliente”), y espero encontrarlos nuevamente a todos por aquí, en el próximo episodio. Chau…

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